Damos cabida en la Gaceta Sajambriega a un hecho acaecido en Oseja de Sajambre allá por enero del año 1930, calificado como peliculesco por la prensa de la época.
Sinopsis:
La casa cinzano había realizado un concurso a nivel nacional, y en la prensa se publicó el resultado del sorteo y los diferentes establecimientos donde se habían vendido las botellas agraciadas. Resultó que el segundo premio dotado con 25.000 ptas. fue remitido al establecimiento de Ramón Revuelta en Oseja de Sajambre. Cuando la noticia fue hecha pública, apareció la picaresca de algunos y hubo gente que pensó que aún podrían dirigirse al establecimiento de Oseja a comprar la botella premiada, ya que estaban convencidos de que seguramente no habría sido vendida, y que el propietario desconocería que una de ellas estaba premiada. Y lo que sucedió quedó reflejado a modo de crónica en diferentes periódicos españoles de la época.
Anuncio de Cinzano donde se publican los premios y los establecimientos. Hemeroteca del diario ABC del 5-1-1930. |
Así el 28 de enero de 1930, el Diario de Reus publica el siguiente artículo:
"Suceso Peliculesco"
Parece ser que en diario "El Sol", llegado a la villa de Riaño días pasados, se publicaban los premios de la casa Cinzano, y, entre ellos, aparecía uno de 2.500 pesetas que correspondió a las ventas hechas por Ramón Revuelta, industrial establecido en Oseja, Su establecimiento es de escasa venta, pero muy conocido en toda la región y en la asturiana, por estar en la carretera de Cangas de Onís.
Varios sujetos de Riaño, pensando que Revuelta no habría vendido las existencias, salieron en coche con dirección a Oseja, para hacer las consumiciones necesarias hasta dar con el cupón del número premiado, suponiendo que el dueño del establecimiento ignoraba que le había correspondido el premio.
Con el mismo propósito, otro grupo de Cistierna emprendió el mismo viaje, también en coche. Ambos coches se encontraron, y como suponían que iban con el mismo objeto, se ocultaron los propósitos, consiguiendo el de Cistierna adelantarse al coche de Riaño. Como la nieve dificultaba el paso, iban provistos de palas; pero, además, más, para entorpecer a los que les seguían, en la casilla de peones camineros pidieron también las palas que estos funcionarios tenían.
Llegó un momento en que les fué de todo punto imposible luchar con la nieve, por lo que uno consiguió alquilar una caballería, con la que continuó el viaje; pero apercibido por los de Riaño, dos de ellos, denodadamente, se echaron al suelo, y, por veredas y atajos, emprendieron una tremenda carrera para adelantar al jinete.
Al mismo tiempo que esto ocurría por la parte de Riaño, en Cangas de Onís, un grupo se proponía, con conocimiento del hecho, hacer la misma operación. Al efecto, lo pusieron en conocimiento del conductor del coche de línea, Félix Díaz-Caneja, vecino de Oseja de Sajambre, el cual se negó a tomar parte en el negocio, y no solo se negó, sino que, interponiéndose en el camino, consiguió llegar a Oseja a tiempo de advertir al industrial de lo que ocurría, hallando que en una de las tres botellas que le quedaban se encontraba el premio.
La actitud de Félix Díaz-Caneja es objeto de unánimes elogios.