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jueves, 30 de mayo de 2013

Osos cantábricos y pirenaicos, dos realidades diferentes

La Fundación Oso Pardo emite un nuevo análisis de la situación de las poblaciones oseras en la península ibérica.

Oso pardo en las peñas. Foto: Fundación Oso Pardo
Los osos cantábricos están pasando por un buen momento. La subpoblación oriental parece abandonar el estancamiento de la última década, cuando no superaba las dos o tres osas con crías anuales, y da síntomas de crecimiento con cuatro hembras con oseznos tanto en 2011 como en 2012. La subpoblación occidental da muestras de su vigor y, con el censo aún sin concluir, ya ofrece cifras de récord: 28 osas con 53 crías nacidas en 2012. Además, en los últimos años se han detectado osos macho atravesando el corredor entre las dos subpoblaciones, y los genetistas de la Universidad de Oviedo han confirmado la existencia en la subpoblación oriental de oseznos de madre oriental y padre occidental.

Estos datos nos permiten ser optimistas en cuanto a la recuperación del oso en la Cordillera Cantábrica. Si se ha llegado a esta situación favorable ha sido posible gracias al esfuerzo de muchos: administraciones, ONG, colectivos como el de los cazadores y muchos de los que viven y desarrollan su actividad en las áreas oseras, que han trabajado bajo marcos comunes para lograr el aumento del censo y la aceptación social del oso. Nuestra fundación no ha sido ajena a ese esfuerzo, y hemos trabajado (y continuaremos trabajando) con todas nuestras fuerzas y nuestro entusiasmo en la lucha contra el furtivismo, en la protección y mejora de los hábitats oseros y en mejorar la aceptación social del oso fomentando su imagen positiva como elemento dinamizador de las áreas rurales.

En los Pirineos, la situación ofrece claros y oscuros. El núcleo que habita el Pirineo Central no para de crecer aunque sea muy poco a poco; está formado por osos eslovenos liberados a partir de 1996 y sus descendientes, cuenta con un censo próximo a los 30 ejemplares y en los últimos dos años se han localizado cuatro camadas con un total de siete oseznos. Contrariamente, la situación es terminal en los Pirineos atlánticos, donde solamente viven dos ejemplares macho, uno de origen esloveno y otro con genes eslovenos y de la extinta población pirenaica; es evidente que este núcleo necesita un reforzamiento con la suelta inicial de al menos dos hembras.

En los Pirineos no se ha conseguido aún el apoyo social necesario para alcanzar con éxito los objetivos de conservación, por lo que es necesario continuar las actuaciones para mejorar la convivencia entre humanos y osos, insistiendo en las medidas de sensibilización y de prevención de ataques a los rebaños de ovino y a los colmenares. En este sentido es resaltable el programa de agrupación de rebaños y vigilancia permanente con pastores y perros de guardia puesto en marcha por la Generalitat de Catalunya.

En todo caso, hay que asumir que las medidas de cohabitación en los Pirineos deben venir acompañadas de un programa de reforzamiento poblacional. Es ineludible si queremos garantizar un futuro para el núcleo osero de los Pirineos atlánticos y cumplir con las obligaciones emanadas de la Directiva 92/43/CEE, de Hábitats. No sorprende, por eso, que organizaciones conservacionistas españolas y francesas hayan puesto en marcha una campaña para reclamar el reforzamiento poblacional a las autoridades ambientales de ambos países. Lo que si sorprende es que en esa iniciativa participe el Fapas, organización que protagonizó una infame campaña –inédita en el ecologismo español- contra un proyecto Life (denominado Acciones para la conservación de las poblaciones ibéricas de oso pardo y la cohabitación con las actividades humanas) presentado en 2011 por el Gobierno de España (y apoyado por el de Francia) y todas las comunidades autónomas cantábricas y pirenaicas, y que contenía precisamente el compromiso de reforzar la población pirenaica con un macho y dos hembras y de impulsar las medidas de convivencia entre humanos y osos. Ese proyecto Life, que finalmente no fue aprobado, representaba un fuerte apoyo para los osos cantábricos y una luz de esperanza para la población pirenaica de osos.


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