Los leales a Isabel Carrasco y sus antiguos rivales dan los primeros pasos para la sucesión | La dirigente popular ocupó el poder con puño de hierro
2 Rosas permanecen depositadas ante el retrato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. / J. CASARES (EFE) |
Luis Gómez | León.
Isabel Carrasco nunca contempló (o necesitó) someterse al escrutinio de las urnas para gobernar y consolidar un poder casi hegemónico en la provincia de León. Su mérito fue hacerlo en un escenario de hombres. Ella, menuda, inteligente, ambiciosa y muy trabajadora, empleó un estilo desapasionado de hacer política para imponer su voluntad. Fue implacable, cruel en ocasiones, soez en su vocabulario. Se sirvió de un conocimiento muy preciso de las entrañas económicas del sistema para conocer los puntos débiles de las fortunas de León, provincia donde fructifica el "caso Gürtel": en el pasado de los constructores leoneses hay antecedentes de sabotajes, contratación de sicarios y sucesos oscuros.
Carrasco pisó con fuerza en ese territorio. Sus fieles han quedado huérfanos y tratan de improvisar un nuevo liderazgo, los damnificados conciertan reuniones discretas este fin de semana para recuperar antiguas alianzas. León ha quedado sin gobierno.
Todas las disputas conocidas por establecer un equilibrio de poder en la provincia tuvieron un mismo resultado, la victoria de Isabel Carrasco. No aceptó rivales en el PP de León, en el Ayuntamiento de la capital, en los municipios de más peso y mucho menos en la Diputación. Todos los políticos enviados desde Valladolid (sede de la Junta de Castilla y León) para doblegar a Carrasco o colocar a un vicepresidente que hiciera de contrapeso en la Diputación, fracasaron, desde Juan Antonio Majo (exvicepresidente y ahora alcalde de Valencia de Don Juan) hasta Antonio Silván (consejero de Fomento), pasando por el exalcalde Mario Amilivia o el expresidente Javier García Prieto. Todos fracasaron y hubieron de buscar refugio en otros lugares.
Se cambiaron los estatutos de las elecciones al PP de León en 2004 justo antes de presentarse Isabel Carrasco (el sistema se hizo más complejo que el de un afiliado, un voto), así como hubo movimientos previos para facilitar su acceso a la presidencia de la Diputación (2007), a la que se presentó como concejala del modesto pueblo de Cuadros (1.900 habitantes) gracias al alcalde Marcos Martínez, a quien premió luego con la vicepresidencia de la Diputación. Isabel Carrasco no gustaba de correr riesgos en una votación.
Hábil para controlar el partido y eliminar rivales, también supo manejarse en el mundo de la empresa, del que tenía un conocimiento profundo por haber sido, como inspectora, jefa de la unidad de grandes empresas y patrimonios y, posteriormente, consejera de Economía y Hacienda en la Junta. Sobre todo supo moverse entre el empresariado ligado a la construcción, un sector que en León, como en otros lugares, tiene intereses en los medios de comunicación.
Su gran defensor en la primera época fue el constructor José Martínez Núñez, apodado Don José, un hombre hecho a sí mismo, dueño del grupo empresarial Teconsa, que llegó a tener más de 2.000 empleados y a facturar más de 600 millones anuales. Era propietario, además, deLa Crónica de León, ya desaparecido. Pero Don José cayó en desgracia, se paseó por los tribunales por acusaciones tales como conspirar para asesinar a José Cuiña, un político gallego, o condenado por organizar sabotajes a sus competidores. La trama Gürtel hundió sus raíces en Teconsa, empresa que terminó vendiendo por un euro al mismo liquidador de las empresas de Díaz Ferrán y Ruiz Mateos, el empresario Ángel Cabo, ahora en la cárcel imputado por varios delitos.
El imperio de Don José se derrumbó, pero Isabel Carrasco ya había establecido nuevas alianzas desde la Diputación con quien ocupó ese vacío, José Luis Ulibarri, propietario del grupo Belgar y, posteriormente, también de El Diario de León, otros diarios regionales y el 50% de la televisión de Castilla y León. Ulibarri está imputado también por el caso Gürtel. Hay políticos locales que reconocen sus reticencias a entrevistarse con algunos periodistas porque sospechan que filtran información a la presidencia, muy interesada siempre en saber qué se comenta en su contra.
Consolidada en la Diputación, gobernó con puño de hierro. Hay casos documentados de altos cargos que han sufrido ataques de ansiedad o sufrido bajas por depresión. Humillaba con su forma de expresarse. “Usted ya era tonto cuando iba al colegio”, interpelaba a un funcionario en público. Su lenguaje era tabernario y provocativo, su tono desafiante. Una vez, durante una comida con los directores de medios de comunicación locales, todos hombres, les dijo a la cara: “A vosotros lo que os pasa es que folláis poco”. Mucha gente palidecía ante sus expresiones, sin distinción de rango o posición, como cuando un obispo quiso ser gracioso con ella y, ante tres comensales en un acto oficial, quiso comparar su sotana con la minifalda de la presidenta: “Isabel, fíjese, yo una falda tan larga y usted tan corta”. “Si quiere ver mis bragas, me las quito”, respondió la presidenta ante un prelado descompuesto. Puertas afuera, la Diputación está considerada como el único organismo regional que paga puntualmente sus facturas. Logró también que sus dos últimos presupuestos se aprobaran por unanimidad de todos los grupos políticos.
No era un verso suelto como se entiende ahora en la política española. Tuvo cuidado de no criticar lo que se hacía o decía en la sede central de Génova (Madrid) o en Valladolid. Sus dominios estaban en León. Conocidos eran sus 13 cargos (entre ellos en Caja España, el banco regional), sus operaciones de estética (demandó a un cirujano tras una de sus intervenciones), su vestuario llamativo y una vida privada lejos de lo tradicional: su actual compañero era un hombre alto, casi 20 años más joven, encargado en tiempos de la sección de música en unos grandes almacenes, conocido por su llamativa coleta en medio de empleados convencionales.
Ocupaba tanto espacio que, sin su presencia, el equilibrio de poder se ha roto en León. Lo reconocen abiertamente todos los políticos consultados, que prefieren mantener sus opiniones en el anonimato.
Estos días llegan órdenes de Madrid de evitar tensiones y mantener la calma mientras dura la campaña electoral por las europeas. Pero los movimientos han comenzado: hay comidas preparadas en localidades de la provincia y algún que otro partido de golf. El desconcierto es grande y algunas enemistades volverán a aflorar. Hay políticos que anuncian revancha. León necesita una transición.
Publicado en: El País, 17-5-2014.