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miércoles, 14 de mayo de 2014

Las dos detenidas se derrumban y acaban confesando en un careo

Una policía local habría recogido de manos de Triana la pistola poco después del asesinato sin saber lo que era

Registro de la vivienda de Triana Martínez - RAMIRO
La policía nacional terminó ayer de atar la investigación del crimen de Isabel Carrasco con la aparición del arma homicida, después de una larga jornada de interrogatorios, en la que las dos detenidas terminaron por derrumbarse. Tras casi 24 horas de mantener que no sabían nada, el careo al que fueron sometidas terminó con la confesión de cómo se habrían desprendido del arma en la huida, después de separarse a la altura de la calle Lucas de Tuy. El momento en que, mientras la madre iba directa hacia el coche que habrían dejado aparcado en la confluencia de la calle Roa de la Vega con Gran Vía de San Marcos, la hija habría tomado otro camino y entregado la pistola a una tercera mujer que, según su declaración, no sabía lo que recibía. No fue la única arma que apareció, puesto que a última hora de la noche los policías encontraron en el piso de Triana Martínez otra, que no fue la utilizada para matar a la presidenta del PP y que había pasado inadvertida en el registro de la noche anterior, en el que habían recogido una importante cantidad de marihuana.

La aparición del arma homicida cerró la trama que los agentes habían empezado a afinar con la prueba de la parafina que detectó rastros de pólvora en la madre, lo que la sitúa como presunta autora de los disparos, así como con la aparición de un nuevo testigo que ubicó a las detenidas en el lugar del asesinato «sin niguna duda». Un hombre de edad avanzada habitual de los paseos por el parque de La Condesa aceptó finalmente prestar su testimonio a los agentes de la Policía Local, primero, y de la Policía Judicial, después, para esclarecer buena parte del caso, puesto que por su situación y por el ángulo que tenía pudo apreciar lo ocurrido perfectamente.

El nuevo testigo se sumó al testimonio del policía jubilado que la tarde del lunes presenció los hechos, siguió a la madre, Montserrat González, y condujo a la Policía Local hasta el lugar en el que estaba aparcado el coche. Allí estaban los agentes cuando apareció la hija, Triana Martínez, siete minutos después. Son los siete minutos que se había perdido su rastro y en los que, según la investigación, entregó el arma a la tercera mujer. La huida habría sido planificada y contaba, incluso, con placas alternativas guardadas en el maletero.

Atrás, había quedado el cadáver de Isabel Carrasco, quien llegó al enlace del paseo con la pasarela y se encaminó hacia el otro lado del río, donde la esperaban sus compañeros del PP para ir al mitin de Mariano Rajoy en Valladolid. No quiso que fueran a buscarla a Condesa de Sagasta, como hacían de forma habitual. «Esperadme en la sede del partido», les dijo, mientras subía a su domicilio para cambiarse, después de haber tenido una comida de trabajo con el periodista Fernando Jaúregui. Ni siquiera la aguardó su pareja, Jesús, quien marchó por delante en moto hasta el punto de encuentro, en el paseo de Salamanca, al otro lado del Bernesga en línea recta desde el domicilio, a menos de cien metros.

Se trata del itinerario que hacía de manera habitual casi cada tarde. Es la misma rutina sobre la que podrían haber tenido información las detenidas, que salieron de su casa en la avenida Cruz Roja, a menos de un kilómetro del lugar del crimen, apenas veinte minutos antes. Es el tiempo suficiente para que, como sostiene la investigación, pudieran haber llegado a la pasarela, donde Carrasco fue disparada a las 17.17 horas.

La líder del PP recibió cuatro tiros que la causaron la muerte de manera inmediata, dos de ellos ya en suelo que sirvieron para rematarla. A plena luz del día, en el centro de León. Rápido y conciso, antes de emprender la huida y de que se inciara una búsqueda inmediata que, poco más de media hora después, terminaba con Triana y su madre detenidas junto a su coche.


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