Casimiro García Álvarez, que defendió durante años los colores del equipo de fútbol de la ciudad, será homenajeado el día 12
J. M. CARBAJAL | Cangas, 9-12-2014.
Casimiro García Alvarez |
Sajambriego de nacimiento, bien puede considerarse cangués de adopción. Casimiro García Álvarez, de 55 años, natural de Oseja de Sajambre (León), localidad en la que reside junto con su familia, ha estado desde siempre muy vinculado a la ciudad de Cangas de Onís, como la gran mayoría de sus convecinos. Además, defendió con pasión y pundonor los colores del equipo de fútbol de la ciudad canguesa, el Cánicas AC, en diferentes etapas, llegando a ser uno de los indiscutibles capitanes del equipo regional y, ahora, aún sigue demostrando sus virtudes con el grupo de veteranos del mismo club, como si el tiempo y los años no pasasen para él.
Tercero de siete hermanos -de los que falleció uno-, "Casimiro el de Oseja" cursó estudios en la Escuela Pública del susodicho pueblo leonés, situado, como la zona asturiana, en la vertiente norte del parque nacional de los Picos de Europa y, tras la etapa Primaria, los continuó en el Instituto Rey Pelayo, de Cangas de Onís, hasta cuarto curso de Bachillerato.
En ese momento, merced a un conocido de sus padres, contando 14 años, puso rumbo a Santander para formarse en la entonces Escuela de Hostelería Santa Marta, situada en la zona de El Sardinero, considerada como una de las más acreditadas en los años setenta del siglo pasado.
El atractivo por el mundillo de la hostelería venía propiciado por el bar-restaurante Álvarez, el más señero de Oseja de Sajambre, con una antigüedad de más de cien años, pues lo regentaron sus abuelos maternos Ignacio Álvarez Piñán y Ana María Alonso, cogiendo el testigo, posteriormente, su madre, Ana María Álvarez Alonso, viuda de Casimiro García Fernández -éste dedicado en su día al transporte de viajeros como chófer de la línea que enlazaba Oseja con Cangas, o bien con Riaño, adquirida antaño por Autocares Mento-.
En aquella etapa cántabra, Casimiro García Álvarez consiguió sacarse el título de "Cocina y Repostería", aunque nunca llegó a ejercer esa profesión. Eso sí, suele echar una mano a su esposa Melchora Montoya Collado en los cotidianos quehaceres del bar-restaurante Álvarez, en Oseja, tras jubilarse su suegra Ana María.
"Casi", como le conocen sus amigos, alternó los estudios en la Escuela de Hostelería Santa Marta con el fútbol, ya que jugó durante dos temporadas en el Rayo Cantabria, filial del Racing de Santander. Poco después, Luis Diestro, uno de los responsables de la cantera oviedista, lo llevó al Real Oviedo de Liga Nacional Juvenil, donde coincidió con Viti, Manolín, Castro, etcétera... estando como entrenador "Pichi" Naves.
Concluida su etapa juvenil, Casimiro se sintió atraído por el Cánicas AC, en Segunda Regional, dirigido por Míster Moro. A los 21 años debió incorporarse a filas, concretamente al Regimiento de Artillería Antiaérea, en Manises (Valencia), tras realizar el periodo de instrucción en el CIR de Liria. La fortuna le vino de cara, ya que le eligieron para funciones de conductor con varios oficiales. "Mes allí y quince días en casa. En total fueron trece meses de servicio militar", recuerda el sajambriego.
Una de las muchas anécdotas protagonizadas en la etapa militar tiene relación directa con el fútbol. Corría la temporada 80-81 y el Cánicas AC estaba sumido en fase de ascenso de Segunda a Primera Regional. Casimiro, que tenía ficha en vigor por el equipo de Cangas de Onís, era indispensable para tratar de superar una eliminatoria camino del objetivo de la superior categoría. Pepe Pola, que era el presidente, gestionó a obtención del permiso. Casimiro se desplazó -vía aérea- a jugar el partido, toda vez que el Cánicas AC abonó los billetes de ida y vuelta.
"Nada más acabar el encuentro, que lo ganamos, Falo Estrada, uno de mis compañeros en aquel equipo, se ofreció a llevarme al aeropuerto de Ranón con el tiempo justo para coger el avión hacia Valencia", rememora Casimiro. En el año 1982 también protagonizó uno de esos "culebrones" del mercado de fichajes, dado el interés del CD Guardo, entonces en Tercera División. Se rumoreó en aquellas fechas que la entidad palentina ofreció 200.000 de las viajas pesetas (unos 1.200 euros) y el 50 por ciento de taquilla de un amistoso entre el Guardo y el Cánicas en el campo de "La Camareta" por el traspaso de Casimiro.
Acabó estampando su rúbrica por el CD Guardo, gracias a una suculenta propuesta: un puesto de trabajo en la Térmica de la localidad palentina y otras 50.000 pesetas al mes (300 euros) por jugar en el equipo. Destacó aquel curso, abriéndosele las puertas de poder fichar por el CF Palencia, en Segunda División, al que entrenaban los ex madridistas Touriño y Pérez García. No alcanzó un acuerdo, tras probar por los del campo de La Balastera, y regresó, sin abandonar el balompié, a Asturias para enrolarse en las filas de la Deportiva Piloñesa, en Regional Preferente, logrando después, con los de La Cueva, a la Tercera División, permaneciendo cuatro campañas consecutivas en la categoría de bronce del fútbol español.
Finalizado su periplo en Infiesto, de los 29 a los 37 años jugó en el Cánicas AC, alternando buenos momentos con otros nada halagüeños. Compaginó en esa etapa el fútbol aficionado con sus tareas ligadas al sector de la ganadería en el concejo de Sajambre, pues se dedica a la crianza de ganado de carne, especialmente reses de asturiana de los valles, conocida en el argot como "carreñanas". No hay "feriona" en Corao (Cangas de Onís), a últimos de mayo, a la que "Casi" no acuda. Ahora mismo tiene una cabaña ganadera de medio centenar de reses que pastan en la zona leonesa del parque nacional de los Picos de Europa.
Pese a la dureza del trabajo, a Casimiro García Álvarez todavía le sobra tiempo para seguir "matando" el gusanillo del fútbol. Juega, desde hace unos años, con los veteranos del CD Guardo, grupo con el que mantiene una muy buena relación, y también con los veteranos del Cánicas AC. Una vez a la semana -preferentemente los martes- entrena con los veteranos en el Nuevo Santa Cruz, feudo en el que coincide en algunas ocasiones con su primogénito, Diego, éste del conjunto juvenil (1ª Categoría), que estudia en el IES Rey Pelayo, en Cangas de Onís.
Casado desde hace 17 años con Melchora Montoya Collado, tienen, además de Diego (16 años), otros dos hijos: Carla (13 años), otra apasionada del fútbol, vinculada a los infantiles del Cánicas; y Sandra, la benjamina, con sólo 6 años. El próximo viernes, día 12, en el hotel Favila, con motivo de la anual cena de Navidad de la gran familia del Cánicas AC, la directiva que preside Ramón Hevia -quien dejará el cargo en mayo de 2015- le distinguirá por su trayectoria ejemplar. Sin duda, todo un merecido homenaje a uno de los grandes capitanes del club representativo de Cangas de Onís.
Publicado en: La Nueva España, 9-12-2014.