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jueves, 1 de marzo de 2012

Rapaces y culebras por sapos y urogallos

Descienden en León ejemplares de anfibios como el sapo de espuelas, aunque otros factores incrementan en el norte la presencia de aves africanas y reptiles

Un ejemplar de culebra bastarda, una especie
que ya tiene presencia en la zona septentrional.
Las causas son diversas, pero la provincia de León está comenzando a padecer el descenso poblacional de algunas especies, aunque hay otras que, debido a circunstancias climáticas, se están comenzando a instalar en los hábitat. Al problema histórico del urogallo cantábrico se suma ahora un descenso acusado de la población de anfibios de charcas estacionales, que debido a su escasez y a la contaminación, están dejando de ser los lugares que dan cobijo a algunas de esas especies.

Así, se han detectado descenso en las poblaciones del sapo de espuelas, del pintojo o de la ranita de San Antonio. Además, un emblema leonés como es la graja se encuentra en una “cierta caída”, ya que ha pasado de contar con 2.100 parejas a 1.400 y, además, “ya no tienen comunicación con otras grajas que venían a hibernar desde el norte de Europa”, ha explicado el doctor en Zoología Francisco Purroy durante la celebración del Foro Quevedo, que ha reunido a varios especialistas en biodiversidad.

La pérdida del águila torticera

También hay decadencia del topo de río porque ha aumentado el número de ejemplares de nutria, que es su depredadora, que ahora busca al roedor debido al descenso en el número de vertebrados de río. A la que se da por perdida es al águila azor perdicera, de quien quedaba una población reliquia en Sajambre y en el desfiladero del Sil, que puede haber desaparecido por el descenso de sus presas.

Pero, mientras tanto, la incidencia de la mano del hombre, la fragmentación forestal o los cambios de las condiciones climáticas están provocando que especies mediterráneas lleguen a zonas norteñas. Entre ellas el elanio azul, un ave rapaz africana o las currucas, un ave paseriforme. Y, además, un rebrote de reptiles, como varios tipos de lagartijas o culebras bastardas, que ahora ocupan áreas más septentrionales, dejando el sur para buscar mejores condiciones más al norte.

La biodiversidad, un activo

La biodiversidad, lejos de suponer un problema, puede constituirse como una “oportunidad” para el país. Así al menos lo ha explicado el presidente de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, Gerardo Báguena, que considera que la ecología puede ser un activo y un incentivo para el medio rural. Por ello, ha asegurado que es preciso incorporar mecanismos que pongan en valor la fauna y el patrimonio natural, como ya lo hacen otros países del mundo.

En este sentido, ha puesto como ejemplo el caso del animal con el que trabaja su fundación, el quebrantahuesos, y un lugar concreto, los Picos de Europa. Allí se puede contemplar a la única ave que sólo come huesos y cuya supervivencia está ligada a los ganaderos y pastores de la zona. Así, considera que “un conjunto de circunstancias” puede “poner en valor a la fauna como recurso ecológico y económico”.

Trabajo con las ONG

Gerardo Báguena también ha asegurado durante la celebración del Foro Quevedo en el que han participado expertos de la biodiversidad que el “techo de la conservación” lo ponen las administraciones y ha reclamado que “sepan trabajar” con organizaciones no gubernamentales como la del quebrantahuesos, al igual que se hace en el ámbito sanitario donde algunas de esas organizaciones tienen una “gran competencia”, aunque en el caso de las relacionadas con el medio ambiente “les cuesta reconocer su papel”.

También ha reclamado trabajo conjunto para que la conservación se considere un “asunto global” porque las subvenciones se “pervierten” cuando una comunidad “invierte dinero, pero la vecina no lo hace”. “Los quebrantahuesos vienen a través de un territorio, no llegan dando saltos. Llegan por La Rioja, Navarra, Castilla y León, Asturias… En dos días han pasado por tres o cuatro comunidades”.


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