El sotriano Abel Fernández, de sólo 26 años, ha convertido su afición en profesión. |Realiza encargos para sus vecinos pero también para clientes de otras provincias gracias a la promoción que hace en internet.
Abel Fernández López tiene 26 años, vive en Sotres
y desde hace años es cencerrero. Foto: N. ACEBAL
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27.01.14 -Andrea Inguanzo | Sotres.
Según él mismo cuenta, en la comarca del Oriente sólo quedan cuatro artesanos en su profesión. Abel Fernández López es un cabraliego de 26 años que desde hace cuatro es más conocido en la zona como el cencerrero de Sotres. Este joven recuerda que el primer cencerro que arregló lo hizo con 12 años y, desde entonces, su afición por esta tradicional labor fue en aumento hasta, prácticamente, convertirla en un medio de vida.
Y es que, a pesar de que su principal actividad es ganadera, al frente de la Ganadería Camburero, Abel ha hecho de la afición una dedicación y desde hace unos años baja a las ferias de ganado a promocionar sus habilidades como cencerrero, habiéndose convertido ya en uno de los más reconocidos. Ésta es una actividad que poco a poco se pierde y a la que él está encantado de dar continuidad.
Aprendió de Rafael, 'Falo el de Poo', que según cuenta «me enseñó todo lo que sé de reparar cencerros». Fernández es consciente de que no muchas personas suelen hacer lo que con él hizo este cabraliego, «porque a nadie le gusta desvelar sus técnicas». Ahora él tiene la suya propia y, a merced de lo que crece su clientela, es más que buena. Este joven ganadero no duda en afirmar que el arreglo de cencerros «es todo un arte».
Para todo aquel que crea que una especie de campana hecha de hierro o cobre es un artilugio simple, no puede estar más alejado de la realidad. En la reparación de estos utensilios, que sirven a los ganaderos para ubicar o identificar a sus reses, influye el material, la forma, el tamaño, el sonido y hasta el clima. Es, en algunos aspectos, «como un instrumento que hay que afinar» pero que requiere de muchas condiciones como, entre otras cosas, que no puede hacer mucho frío en la calle «porque el cencerro no sonaría bien». El secreto está en tensar más o menos la chapa, pero eso no se aprende así, por las buenas, es cuestión de práctica, mucha práctica.
«Normalmente, aunque lo principal es atender al ganado, suelo estar un rato por las mañanas y otro por las tardes. Ahora en invierno menos porque, a parte de que hay menos encargos, la chapa está tan fría que no se puede ni coger», bromea Abel.
Este improvisado negocio se mueve principalmente así, por encargos. Aunque sus clientes habituales son de la comarca, y suele enviar muchos para Cantabria y País Vasco, esta última semana «estoy preparando envíos para Jaén, Madrid y León». Una parte del secreto de su fama, además de sus buenas manos para el oficio, es internet. «La página de Facebook me aporta muchísimos encargos y, también, los anuncios en otros portales online», explica. Este sotriano no puede negar que «desde que empecé, cada año me va mejor». Por eso ha comenzado a construir una fragua, algo indispensable para realizar la elaboración completa. «Si pudiera hacer algo de inversión y tuviera más tiempo podría vivir de ello», valora.
El problema es que el ganado se lleva la mayoría de sus días aunque, como tiene asumido, «cualquier día nos tocará emigrar». «La ganadería está muy mal y a los jóvenes no nos lo ponen nada fácil. No es cierto que los ganaderos vivamos bien gracias a las subvenciones. Cada vez son más bajas y se les suman otros problemas», advierte. Y es que el lobo también está haciendo de las suyas en Sotres, cada vez en mayor medida. «Aquí y en todos los sitios. A veces en las ferias me dicen que no me mandan arreglos porque luego, a manos del lobo, pierden el animal y el cencerro».
Especializado ya en tipos, ya que según el concejo se piden de un tamaño u otro e, incluso, con un sonido u otro, Abel Fernández tiene claro que quiere seguir con este oficio. «No sé muy bien de donde me vino la afición pero siempre me gustó y quiero seguir con ello».
Publicado en: El Comercio, 27-1-2014.