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miércoles, 26 de noviembre de 2014

RECUERDOS DEL AYER
Gaseosas y Agua de Seltz «La Piconera»

Ejemplar de "La Piconera"
G.S. | Riaño, 26-11-2014.

A mediados del siglo XX, el mercado de las bebidas estaba plagado de multitud de marcas de sifones y gaseosas, y era raro que en cada localidad no hubiese un pequeño fabricante de estas bebidas refrescantes. En la Montaña de Riaño, algunos se dedicaron a fabricarlos en pequeños locales y distribuirlos por los pueblos de la comarca, una de esas marcas fue "La Piconera", producida por Ulpiano Calle en Riaño, junto al bar que poseía en la carretera principal.

Hasta hoy nos han llegado las reliquias de esas botellas, profusamente decoradas con elementos identificativos de la localidad donde se producían, como el caso de "La Piconera" donde en su serigrafía destacaba aspectos identificativos del valle de Riaño, como son sus picos de montaña y el río Esla. Este tipo de objetos que a pesar de los años han llegado en buenas condiciones hasta nuestros días, son testimonio de una forma de vida no tan lejana, donde se muestra cómo los hombres que habitaban estas montañas se buscaban la vida, intentando dar un servicio que sirviera para cubrir las necesidades de la época.

En España el consumo de bebidas refrescantes, que en los años 30 ya resultaban imprescindibles en fiestas y celebraciones, vivió un freno importante durante la Guerra y la difícil posguerra, y hubo que esperar hasta la segunda mitad del s.XX para que se reactivara. 

Se calcula que en 1955 se consiguió alcanzar el nivel de vida de antes de la Guerra. Los españoles, que venían de sufrir años de escaseces, se lanzaron entonces al consumo masivo de estas bebidas. Los refrescos dejaron de ser un producto asociado a las grandes ocasiones, y pasaron a formar parte de la dieta habitual de las mesas españolas.

El aumento de la demanda trajo consigo el reparto casa por casa, y también empezaron a generalizarse las botellas de 1 litro de capacidad, que eran denominadas en las mismas fábricas como "gigantes". En la década de los 50 había ya 5.000 fábricas en España y, para evitar fraudes y garantizar la adecuada garantía higiénica de los productos, la legislación se volvió más estricta, obligando a los fabricantes a adoptar nuevas medidas. 

Las fábricas de refrescos vivieron durante estos años su máximo esplendor, y sus productos, serigrafiados con vivos colores, ampliamente publicitados y presentes en todas las casas, se convirtieron en el símbolo de una España que había dejado atrás la miseria.

De ellas nos han quedado las botellas de gaseosa y sifón que hoy en día hacen las delicias de los coleccionistas y que ya forman parte de nuestro patrimonio histórico industrial, por lo que merecen ser conservadas, como es el caso de "La Piconera".

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